EL FANTASMA DEL CASTILLO

 

Texto: Carmen Gil
Ilustración: Óscar T. Pérez
Editorial: Tinta Chica
Año de publicación: 2020

Después de haber hablado de una bruja poetisa, el amor entre dos sin techo, la búsqueda de identidad de una comadreja y del extraño farero bibliotecario, hoy es el turno de presentar el último de los títulos que compone esta colección RIMACUENTOS que con tanto esfuerzo y cariño nos trae la editorial Tinta Chica.

De la mano de Carmen Gil a las letras y Óscar T. Pérez a los dibujos, os muestro la reseña de "El fantasma del castillo".



SINOPSIS

"En un paraje lejano, 
a cien leguas y a trasmano
hay sobre un monte rechoncho
donde el diablo perdió el poncho
un castillo con alfombra,
cuatro torres a la sombra,
un montón de soledad
y un fantasma en propiedad".

Así comienza esta historia que nos habla de un fantasma, asustador de profesión, que últimamente no tenía ningún visitante a quien poder asustar, y vagaba por el castillo en soledad.


Y, como podemos ver, al fantasma se le salen los pies. No ha encontrado en el castillo ninguna sábana blanca, y con ese aspecto más que miedo, lo qué causa es risa. 

En una noche sin luna más oscura que ninguna, por allí apareció un autobús del IMSERSO cargado con 40 agradables ancianos. 


Cada uno de ellos se colocó en sus aposentos y, al llegar la noche, el fantasma apareció ávido de ejercer de asustados. Encontró en Blas una presa perfecta y después de tomarse una buena cena, fue decidido a asustarlo. Pero Blas no le tenía a nada (él teme únicamente a que lo pille el repente).  

Entonces el fantasma comienza su recital, y al pobre de Blas consigue despertar. 


Pero sorprendentemente, Blas no tiene miedo. Lo que tiene es una tremenda sordera de un oído que le hace escuchar cosas sin sentido.


¡Salga de ahí, buen hombre!, pronuncia Blas con decisión, y al ver al fantasma no le queda otra opción: suelta una carcajada. ¿Dónde se ha visto un fantasma con las piernas al aire? Casualmente Blas tiene la solución. Con aguja e hilo consigue mejorar su aspecto.


Después de eso, el fantasma y Blas llegan a un acuerdo y se hacen socios los dos. ¿Qué negocios se traerán entre manos?



OPINIÓN PERSONAL

Hablar de Carmen Gil es hablar de unas de las maestras de la poesía que tenemos actualmente en España. Y si hay una colección que recoge textos rimados, Carmen no podía faltar. 

En el tono divertido que suele caracterizar a esta autora gaditana, capaz de rimar todo lo que se le ponga por delante, "El fantasma del castillo" nos trae una historia divertida y alocada, que se presta a ser contada e interpretada y en la que la temática de los abuelos le otorga un punto también tierno. 

Con una métrica igual a lo largo de todo el texto de versos octosílabos de rima consonante, mantiene un ritmo y una musicalidad que suena bien al oído del lector. 

Por su parte, las ilustraciones son muy realistas y los detalles del castillo y de las prendas de ropa, por ejemplo, quedan muy definidos, con una paleta de colores blancos, morados y grises que se mantiene a lo largo de todas las páginas dobles completamente ilustradas. 

Un álbum para reír, para desmitificar a los fantasmas y para empatizar con este abuelo Blas y su ingenio que saca sonrisas por doquier y que, al igual que el resto de títulos de esta colección, nos invita a apreciar la poesía de un modo sencillo y motivador para los niños y niñas. 


ACTIVIDAD

Dada la temática fantasmal, podemos programar la lectura de este cuento en los días previos a la celebración de Halloween y realizar alguna actividad al respecto.

Por ejemplo, una de ellas sería diseñar nuestro propio fantasma. El de la imagen está hecho con la plantilla de la silueta en cartulina, algodón blanco y recortes a modo de ojos y boca.




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